
El hidróxido sódico es un producto corrosivo, en contacto con la piel puede producir desde irritación a quemaduras graves.
¿Sosa cáustica en los jabones? Sí, pero déjame que te lo explique
Uno de los grandes temores de muchos consumidores al comprar un jabón artesanal es esta pregunta:
«¿Está hecho con sosa?»
Y cuando respondemos que sí, a menudo la cara cambia y la conversación termina ahí. Pero, ¿y si te dijéramos que la sosa es imprescindible… y que el verdadero problema no es que esté, sino que permanezca en el jabón? Vamos a explicarlo paso a paso
La sosa cáustica y la magia de la saponificación
La saponificación es la reacción química entre una grasa (aceite vegetal o manteca) y un álcali, normalmente hidróxido sódico (NaOH), también llamado sosa cáustica. Esta reacción da como resultado jabón y glicerina.
Fórmula básica:
Aceite + Sosa → Jabón + Glicerina
Una vez completada la reacción, no debería quedar ni rastro de sosa ni de grasa. Pero todo depende de cómo se formule el jabón. Aquí es donde entra en juego la pericia , conocimientos e intenciones del jabonero o técnico formulador.
Tres formas de formular un jabón: ¿Cuál es la tuya?
🅰️ Opción A: fórmula equilibrada
- Se calcula la cantidad exacta de sosa necesaria para reaccionar con toda la grasa, usando el llamado índice de saponificación (IS).
- No queda ni grasa libre ni sosa.
- Resultado: jabón puro con glicerina.
- Propio de producción semi-industrial.
🅱️ Opción B: exceso de sosa
- Se añade más sosa de la necesaria, para asegurarse de que no queda grasa sin reaccionar (que podría enranciarse).
- El jabón resultante contiene residuos de sosa, por lo que tiene un gran poder lavante… pero puede resecar o irritar la piel.
- Propio de la industria convencional, que busca larga duración en estantería.
🅾️ Opción C: sobreengrasado (el nuestro)
- Se añade menos sosa de la que la fórmula exacta indica.
- Quedan ácidos grasos libres sin saponificar, que nutren, suavizan e hidratan la piel.
- El jabón resultante no contiene sosa cáustica.
- Método artesanal, propio de quienes elaboramos pensando primero en la piel.
Cómo se calcula todo esto?
Cada grasa tiene su propio índice de saponificación (IS), que indica cuántos miligramos de sosa se necesitan para saponificar un gramo de esa grasa. Algunos ejemplos:
- Aceite de oliva: 135,26 mg NaOH
- Aceite de coco: 191,09 mg NaOH
- Manteca de karité: 128,34 mg NaOH
Si quiero hacer 1 kg de jabón de Castilla (solo aceite de oliva), necesitaré unos 127 g de sosa para una fórmula equilibrada (opción A). Pero si quiero un jabón sobreengrasado (opción C), usaré algo menos… y así cuido tu piel como se merece.
Una anécdota real para terminar
Un día decidí ampliar horizontes y entré en un herbolario para ofrecer mis jabones artesanales:
Yo: Le explico que son saponificados en frío, respetuosos con el medio ambiente, sobreengrasados…
Señora: “No quiero ese tipo de jabones, se enrancian.”
Yo: “Puede que sí, con el tiempo, porque llevan un exceso de ácidos grasos… pero eso es precisamente lo que los hace buenos para la piel.”
Señora: “Prefiero que no se enrancien.”
Yo, para mí: “Antonio, no insistas… no todo el mundo entiende que lo bueno, a veces, también es lo más delicado.»
¿Y tú, qué prefieres?
En Óleo-Mel Margarita elaboramos nuestros jabones con sobreengrasado y saponificación en frío. Porque apostamos por lo que cuida la piel, aunque requiera más tiempo, mimo y conocimiento.
Tu piel lo nota. Y tu conciencia también.
Hidróxido de Sodio+ grasa► jabón y glicerina