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CUANDO EL GLAMUR SE IMPONE A LA RAZÓN.

la cosmética ,tal cual, es apariencia y su finalidad es ocultar los defectos o carencias de la piel, y no mejorarlos o curarlos. Y recalco la palabra ocultar. El proceso de valoración de un producto cosmético suele basarse en la superficialidad, en la satisfacción de los instintos primarios, olor y color. Puro glamur.

Empecemos por algo que pocas marcas te cuentan:
Según la legislación europea, un cosmético es simplemente “un producto de uso superficial, que no profundiza en el problema”.
Sí, has leído bien. La ley ya deja claro que la cosmética está pensada para disimular, no para mejorar.

Y ahí es donde empieza todo.

Hoy en día, cuando alguien prueba una crema, lo primero que hace es olerla…
Y luego viene el veredicto:
“Hmm… no sé, huele raro”
“Tiene un colorcillo… extraño

¿Raro? ¿Extraño?
Claro. Porque no huele a hierba mojada ni tiene ese rosa pastel “de catálogo”.
Huele a lo que lleva: aceites vírgenes, extractos de plantas, mantecas reales.
Y sí, eso a veces huele… a verdad.

En el mundo convencional, lo que importa es el olor, el color, la textura perfecta.
Eso que nos entra por los sentidos más primarios. Puro glamur.

Las grandes marcas lo saben y lo explotan.
Te venden “elixir milagroso” con aromas artificiales y colorantes que no aportan nada —bueno, salvo riesgo de alergias o acumulación química en la piel.

Y mientras tanto, se instalan en el imaginario colectivo como la referencia de lo que “debería” ser un cosmético.

Muy sencillo:
No creemos en la cosmética superficial.
Sí queremos productos que profundicen en lo que la piel necesita. Y eso, sí, aunque tengamos que renunciar al glamur.

Eso significa decir NO a:

✘ Fragancias sintéticas
✘ Derivados del petróleo
✘ Ingredientes “naturales” refinados, desodorizados o blanqueados
✘ Fórmulas pensadas para agradar más que para cuidar.

Y decir SÍ a…

✔ Ingredientes vegetales
✔ Materias sin refinar ni desnaturalizar
✔ Proveedores de comercio justo
✔ Productos con impacto ambiental nulo
✔ Una cosmética con principios, no con etiquetas

¿Bonito por fuera? Puede que no.

¿Bueno por dentro? Siempre.

Nuestra cosmética puede no tener ese aspecto de revista.
Pero sí tiene alma, ética y eficacia real.

Y eso, para quienes buscan más que una apariencia,
vale mucho más que un aroma bonito o un bote brillante


   

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